Espontánea y expresiva, Peterson eligió básicos de la casa.
Cuando Carla Peterson aceptó ser imagen del invierno 10 de Vitamina (ver nota aparte) surgió la excusa perfecta para hablar de moda. Es que a pesar de años en continuado de programas exitosos y tres Martín Fierro ganados (dos a la mejor actriz cómica y el de Oro) es de las actrices que menos aprovechó su buen momento para innovar en otras áreas, más allá de la actuación.
Recibe, casi escondida, en el vestidor que Vitamina tiene en su local de Paseo Alcorta, un espacio amplio donde brindan asesoramiento de imagen a las clientas top. Llega un poco tarde, se disculpa y comienza la charla mientras le pone un poco de color a su cara lavada. Antes agradece con una sonrisa incrédula (como si no lo creyera del todo) el anuncio de que no tendrá que hablar de su relación con Mike Amigorena.
-¿Por qué elegiste ser imagen de Vitamina?
-Vitamina hizo escuela en convocar actrices (antes fueron Juana Viale, Jazmín Stuart, Bárbara Lombardo y Leonora Balcarce). Me gustó este proyecto porque desde el principio incluyó un equipo de gente que yo conozco, como Gabriel Rocca, Andrés Pastor, Sergio Lamenza. La hicimos en estudio, preparamos las escenografías... Estaba todo dado para divertirnos. Para mí hacer una campaña no tenía que ser más pretencioso de lo que es vestirme: algo de todos los días.
-¿Te condiciona la alianza con la marca?
-No, cada cosa tiene su lugar. Yo no tengo que estar vestida todos los días de pies a cabeza con ropa de Vitamina. Pero la verdad, ahora que tengo un montón, me resuelve mucho porque es todo muy ponible. Elijo cualquier vestido, me miro al espejo y digo: ¡Ay qué lindo!, y me lo pongo.
-¿Tenés asesora de imagen?
-Tengo alguien que me ayuda. Es una productora de moda a la que le cuento qué tengo ganas de ponerme y ella lo consigue. Sabe si existe o no acá y quién lo tiene. A veces, también ve algo que está bueno y me lo trae. Yo no tengo el tiempo y a veces tampoco la paciencia para hacerlo. Me gusta vestirme bien, ver cosas lindas... Viajo y me fijo cómo se viste la gente, miro las vidrieras, busco diseñadores. Pero como parte del paseo. No es que viajo para comprarme afuera toda mi ropa. Elijo lo que me gusta y me queda bien.
-¿Tuviste alguna etapa de fashion victim?
-No. Siempre fui igual. Ahora elijo más. Prefiero pocas cosas y buenas. Me inclino por lo clásico y los diseños atemporales que por ¡la tendencia!
-Me hablaron del ropero de María Rosa (la madre). ¿Todavía te presta ropa?
-Uh. María Rosa tiene unas cosas bárbaras. Todavía me saca de algún apuro y aporta mucho vintage a mi estilo. Siempre tengo algo prometido para ocasiones especiales. Mamá tiene ropa muuuy linda y es más innovadora que yo. Usaba sombreros cuando no veías a nadie con uno. Yo le decía: ¡A la reunión de padres así no! De chica renegaba un poco de la madre canchera, ahora lo agradezco, me encanta.
-¿Cómo te cuidás, tenés rutinas?
-Voy al gimnasio, que no es lo más divertido del mundo, pero cumplo. Trabajo con un personal trainer, una persona que me cae muy bien, con la que hago un par de ejercicios aeróbicos y algo de complemento para ordenarme. Charlamos mucho de lo que vamos a comer el fin de semana (los días permitidos) y nos pasamos datos de las buenas heladerías... No tengo una rutina exhaustiva. En este momento hago en el teatro Corazón idiota, un musical donde tres veces a la semana bailo y me muevo mucho.
-¿Dietas?
-Estoy atenta. Cuando veo que me estoy pasando hago dieta, pero nada de gran exigencia. Tampoco tengo un cuerpo perfecto: es normal y trato de cuidarme para estar lo mejor posible. Hay cosas que descarté de mi dieta. Ni fritos, ni mayonesa, ni crema.
-¿Ni en los días permitidos?
-No. Lo que todavía me permito es alguna gaseosa, un vino... Pero tampoco todos los días. A diario, agua.
-¿Qué pensás de las cirugías?
-Que están muy bien (risas). Con las cirugías hay que tener cuidado, pero... nunca se sabe. Hoy me cuido con métodos no invasivos. Tengo una dermatóloga que me asesora y si hay algo que es bueno y previene, invierto. La verdad, lo que más me gustaría es portar arrugas bien ordenadas, que me caigan bien, porque el paso del tiempo se nota igual.
-Si pudieras cambiar algo de tu cuerpo, ¿qué modificarías?
-En otra época más de una cosa. Ahora estoy bien así. Me di cuenta de que mi cuerpo responde bien a mis necesidades y estoy conforme. Las piernas largas siempre me gustaron, pero tengo lindas piernas (son las de papá). La ropa es de mamá y las piernas, de papá. Mi mamá es muuuy linda. Si yo crezco como ella voy a estar perfecta, no voy a necesitar nada.
-¿Qué te gusta comprar más?
-Compro muchos zapatos. Las joyas antiguas me encantan, pero no gasto en eso. Le pido a mi mamá. En cambio, me gusta cualquier detalle con diseño. Puede ser de cuero, plástico, cualquier material, pero con diseño.
-¿Cuáles son tus favoritos de la moda internacional?
-Me gustan Yves Saint-Laurent, Stella McCartney, Isabel Marant, Chloé.
-¿Y argentinos...?
-Me gustan mucho muchos.
-Para ocasiones importantes elegiste a Ramírez más de una vez...
-Me gusta cómo arma mi cuerpo. Me parece que hace ropa elegante y con estilo. Me limita un poco que use sólo negro y blanco porque a mí me gusta el color. Si lo convenciera de hacerme vestidos de todos los colores sería fantástico.
-Un buen dato para Ramírez...
-Ya me hizo la promesa del color. Unos días antes del último Martín Fierro me lo crucé en Francia, en una esquina parado con el cartel de Christian Dior en la cabeza. Había prometido hacerme un vestido azul para la entrega. Me llevó a conocer a un diseñador parisiense e insistió para que le comprara el vestido para la entrega. Entonces yo le dije: ¿No me ibas a hacer uno azul? Vos comprate, después vemos. Me lo compré.
-¿Esa respuesta y decir que no cumpliría era lo mismo?
-Sí. A él le gusta el negro y hay que respetarlo. Pablo es un artista.
-¿Un paréntesis en la tele?
-No, no. Tengo muchas propuestas, todavía no cerré ninguna, pero ya me van a ver.
Por Paula Cipriani
La Nacion.
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